Pueblos.


Cuando se considera la geografía humana del mundo, ésta parece estar dividida en naciones. Se puede decir que después de las últimas colonizaciones del siglo XX, no hay más que naciones sobre la tierra.

Sin embargo, en las Américas, Asia, Oceanía e inclusive Europa, en el ceno de las naciones oficiales, existe una mirada de pequeñas naciones que no han podido acceder a la vida estatal, pero que cuentan con una lengua propia, un mito particular, una creencia, una visión del mundo, un sabor, un savoir-faire (una destreza), en suma: una identidad. Algunas de estas naciones tienen sus ciudades, su agricultura; en pocas palabras: las características de una ciudad moderna, con la excepción del Estado. Ejemplos de este modelo son la nación kurda, turka y, en parte, la armeniana.

Otras naciones están estructuradas de manera tribal, y practican la agricultura y la ganadería. Un número de ellas cuenta con intelectuales, políticos, escritores, poetas, abogados, representantes de ONG autóctonas, que se desplazan por el mundo para defender sus derechos fundamentales en las Naciones Unidas, por ejemplo. La acción de estos pueblos se desarrolla a nivel internacional.

Para otras naciones, más pequeñas, se constituye una mirada de pueblos, cada uno con una fuerte identidad propia. Practican la caza y la cosecha, no la agricultura y la ganadería, y están organizadas en sociedades de pequeña escala, compuestas por centenas de individuos. Estas sociedades de cazadores-recolectores son los únicos testigos de una humanidad no "primitiva" sino primera de Homo Sapiens, que se puede denominar como arcaica y asimismo prehistóricas, porque éstas estuvieron todas constituidas antes de la aparición, hace 6 o 7 milenios, de las sociedades históricas, dotadas de Estado, ejército, institución religiosa, de agricultura y de ciudades.

Y desde la formación de estas formidables máquinas sociales de agrupar a millones de habitantes, que disponen de medios técnicos potentes, un genocidio histórico ha comenzado: el de la primera forma de humanidad. Este genocidio se ha acelerado e intensificado en el siglo XIX con el desorden colonial provocado por los imperios occidentales. Hoy en día quedan en las montañas más alejadas, en los desiertos, en los bosques profundos sólo vestigios de esta humanidad, condenada por una promesa de muerte segura, en tanto no detengamos este proceso.

Pierre Vallombreuse se ha comprometido, mediante el testimonio fotográfico, con la existencia y sobrevivencia de todos los pueblos que han sido víctimas históricas de los Estados Nacionales, donde las civilizaciones son víctimas de nuestra civilización. Ha descubierto su propia humanidad al descubrir la humanidad de estos pueblos pues en este combate se ha revelado igualmente el sentido de su vida.

Su obra fotográfica ilustra de manera admirable este caleidoscopio de situaciones, que abarca desde algunos oasis aún preservados hasta las demostraciones de una integración desintegrante (de pueblos desprovistos de misión por las propias misiones, pueblos integrados en la lógica del mundo del espectáculo por la folklorización, de pueblos sub-proletarizados que dejaron su autosuficiencia por una economía ávida de mano de obra barata para ser explotada). Todas sus imágenes están relacionadas con el mismo problema fundamental: el de nuestros hermanos y hermanas más desheredados de la Patria Tierra.

Hay un patrimonio cultural protegido por la UNESCO. Sin embargo, el patrimonio cultural no solamente monumentos, arquitectura, arte y paisaje. Está también compuesto por la existencia de las sociedades humanas, su persistencia que es ella misma una resistencia a la barbarie de la civilización evolucionada y a la crueldad del mundo.

Edgar Morín.



(Texto que abre la exposición "Pueblos" de Pierre Vallaombreuse)

Comentarios

Entradas populares