Si los medios callan, que hablen las murallas
A veces pienso, ¿por qué carajo no vienen y me hacen
una entrevista a mí?
Digo, ¿no? Yo tengo muchos años ya y la verdad que tengo mucha calle también. Me la paso todos los días en la calle. ¡La cantidad de historias que podría contar! Es más, no soy de andar en una calle cualquiera, sino que estoy donde está el quilombo… y a veces la fiesta, pero menos veces. Bah, ya no sé, hace rato que en general es fiesta pero de vez en cuando se ve alguna marchita o manifestación que protesta un poco. Parece que la gente está más contenta últimamente. Y eso que hace diez años, acá mismo estaba que ardía con las cacerolas, la montada y todo eso. Cada cosa ve uno desde acá.
Digo, ¿no? Yo tengo muchos años ya y la verdad que tengo mucha calle también. Me la paso todos los días en la calle. ¡La cantidad de historias que podría contar! Es más, no soy de andar en una calle cualquiera, sino que estoy donde está el quilombo… y a veces la fiesta, pero menos veces. Bah, ya no sé, hace rato que en general es fiesta pero de vez en cuando se ve alguna marchita o manifestación que protesta un poco. Parece que la gente está más contenta últimamente. Y eso que hace diez años, acá mismo estaba que ardía con las cacerolas, la montada y todo eso. Cada cosa ve uno desde acá.
Me hace acordar a cuando era más chico y recién venía
por primera vez a la plaza. Era allá lejos, como por el 40. En esa época había
algunas manifestaciones y demás, pero el problema era que al mínimo alboroto se
reprimía con furia, casi con odio diría… Bueno, como hace diez años digamos. Yo,
igual, nunca me quise meter en quilombos. Siempre me hice el sota y me quedaba
quietito. Que se caguen a palos entre ellos. La verdad que mucho no los
entendía tampoco, pero bueno. A veces uno la liga por estar en el lugar
equivocado en el momento equivocado, y como yo siempre estoy en la plaza alguna
vez la tenía que ligar.
Me acuerdo como si fuera hoy. Fue en el 55. Ese día la
plaza estaba relativamente tranquila. Otras veces, cuando iba a hablar el
general o esa mujer de él se llenaba
de cabecitas negras, de “descamisados” como les decían ellos ¡Y ni hablar el 17
de octubre! Pero en fin, ese día de junio del 55 fue terrible. Yo estaba donde
siempre, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, cuando veo que vienen los aviones y
empiezan a caer las bombas. La gente corría como loca, no entendía nada y para
colmo llegaron más aviones, esta vez con metralletas y empezaron a disparar. Yo
quería correr pero tenía los pies pegados al piso. No pude ni siquiera
agacharme. Recibí quién sabe cuántos impactos de bala, pero afortunadamente
corrí mejor suerte que la gente de la plaza. Me quedaron las cicatrices de las
balas. De hecho, nunca quisieron curármelas para que no se olvide lo que había
sucedido. Fue una de los peores días de mi vida. Igual en plaza de mayo siempre
pasan cosas, buenas y malas, yo siempre digo que yo tengo primera fila en la
función de la historia. Y como ahora tengo las marcas del intento de golpe del
55 ya soy un poco un monumento, no soy una pared cualquiera. Soy esa pared, la del ministerio de
economía, la que preservaron con los impactos de balas.
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