Ojos bien cerrados



En música vibra tu recuerdo, 
en cada instante de recreo. 
La fuerza de los dolores y alegrías
atraviesan mi pecho,
me marcan.
No paro de extrañarte.
No paro de agradecerte.
No paro de llorarte, 
aunque no sea con lágrimas. 
No paro de agradecerte con la vida. 
Te llevo en cada hecho, en cada acto, en cada idea.
Te llevo como bandera a la Victoria. 
Aunque la V que me tatué en el alma te molestaría bastante. 
Me detengo a penar qué pensarías. 
Me pregunto si no te hubieras ido si hubieras cambiado… 
o si yo no hubiera cambiado.
Tu partida me dio libertad, 
fue salud, fue justicia. 
Todavía me acuerdo esas lágrimas de alivio y dolor mezcladas,
 y el dolor de la mezcla. 
Hay tantas cosas que quisiera que pudieras ver. 
Hay tantas cosas que quisiera contarte, mostrarte.
Quisiera volver a verte reir. 
Volver a vivir tus abrazos. 
Me enseñaste mucho,
y tu lección más importante fue tu enfermedad.
Me enseñaste el amor.
Me enseñaste la rebeldía.
Me enseñaste la virtud, la solidaridad.
Me enseñaste el esfuerzo.
Me enseñaste el trabajo.
Me enseñaste la muerte.
Me enseñaste la natural y la humana injusticia.
Me empujaste a vivir.
Me abriste los ojos de un cachetazo.

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