Nosotros



A veces me pregunto cómo me veré a través de tus ojos. Siempre se me ocurre que somos uno, desdoblado. Vos de un lado y yo del otro. Que al final somos lo mismo. Pero me doy cuenta que no.
Puedo pasarme horas viéndote y siempre me pregunto lo mismo.
Hay días que me animo a hablarte, pero temo lo que me puedas responder. Vos que siempre me ves, debés estar seguro de quién soy. Mucho más que yo. Pero, entonces, yo tendría que saber bien quién sos vos. Y cada día te encuentro diferente. A veces sos bueno conmigo, y a veces se nota que me querés. ¿Y las otras veces? No. No quiero hablar de esas veces, porque lo que vos me decís cada mañana, conmigo se queda el resto del día.
Me herís con tus palabras y cargás sobre mí las sentencias más duras que he tenido que soportar. Pero después nos vemos, y me sonreís. Es como si te olvidaras de lo que me hiciste. Es como si me olvidara de lo que te hice. Es como si nos olvidáramos de lo que hacemos, y somos uno de nuevo.
A veces pienso que cuando me doy vuelta y no te veo te burlás de mi, y siempre que volteo te encuentro atento a mis movimientos. Copiás cada uno de ellos a la perfección. ¿O seré yo quien te imita?
A veces sueño con que cruces y me abraces. Me digas que está todo bien. Que soy lo que sos. Que sos lo que soy. Y que está bien ser como soy. Pero sé que es un sueño. Vos estás allá, yo estoy acá.
No quiero traicionarte, pero me cuesta gritarle al mundo todo lo que de vos hay en mí. Y sabés que cada vez que te niego la culpa me mata.
Algún día vamos a cambiar. Yo me cruzo y vos te venís para acá… Pero mientras tanto, sigamos cada uno a su lado del espejo.

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